Puedo
decirte
que te
admiro por nada,
nada
en concreto,
que son
todos tus
tropiezos,
tus errores
y cómo
minimizas los míos
con una palabra
convexa,
o los
divides,
cuando
rompes
los espejos,
porque
parece ser innato
lo de saber
cuándo
mi tierra
seca
se
cuartea
y llega
una llamada
de teléfono
que huele a
lluvia,
porque
apareces
siempre
de imprevisto,
con esa energía
insensata
que revuelve
mis papeles,
porque cuando
sumas mi mierda
con tu
mierda,
resulta
una sonrisa
tonta que revierte el mundo
y lo pone de
mi lado,
porque eres
el “venga, no ha sido nada”,
cuando sacudes
la tierra
y la sangre
de mis
rodillas.
Así de
fácil,
a veces
sólo hay que
dejarse llorar,
tropezar,
equivocarse.
Eres la
oportuna
ostia
de mano
abierta
que
despierta
y me permite
resumir,
diminuto,
reemplazable,
imperceptible
y me afloran los cojones
suficientes
para gritar a
la vida,
por ciega,
que eso es
todo,
que es
sencillo,
que
nos mata
lo mismo
que nos hace
fuertes.
Muy bonito este poema que leíste ayer. Un placer saludarte.
ResponderEliminargracias bárbaros! ves que me he animado a dar vida al blog, olviodado desde...... a brazos
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