domingo, 8 de septiembre de 2013

diminutos

Puedo decirte
que te admiro por nada,
nada
en concreto,
que son
todos tus tropiezos,
tus errores
y cómo minimizas los míos
con una palabra
convexa,
o los divides,
cuando rompes
los espejos,

porque parece ser innato
lo de saber
cuándo
mi tierra seca
se
cuartea
y llega
una llamada de teléfono
que huele a lluvia,

porque apareces
siempre
de imprevisto,
con esa energía
insensata
que revuelve mis papeles,

porque cuando sumas mi mierda
con tu mierda,
resulta
una sonrisa tonta que revierte el mundo
y lo pone de mi lado,

porque eres el “venga, no ha sido nada”,
cuando sacudes la tierra
y la sangre
de mis rodillas.


Así de fácil,
a veces
sólo hay que dejarse llorar,
tropezar,
equivocarse.


Eres la oportuna
ostia
de mano abierta
que despierta
y me permite
resumir,
diminuto,
reemplazable,
imperceptible

y  me afloran los cojones
suficientes
para gritar a la vida,
por ciega,

que eso es todo,

que es sencillo,
que
nos mata
lo mismo
que nos hace fuertes.


2 comentarios:

  1. Muy bonito este poema que leíste ayer. Un placer saludarte.

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    1. gracias bárbaros! ves que me he animado a dar vida al blog, olviodado desde...... a brazos

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