viernes, 27 de diciembre de 2013

la pelea

El día no levanta cabeza
cuando cruzas, por sus tripas,
la ciudad de Madrid,
por sí allí, en la otra punta, 
se encuentra el futuro
escondido dentro, demasiado dentro,
de esa oferta de trabajo que leíste en internet.

en realidad,
es el mundo el que no levanta cabeza,
cuando andamos de oficina en oficina
- o agencia
o bar
o tienda, lo que sea -
regalando nuestra historia en un papel
con nuestra foto, que les mira
e implora:
a ver si esta vez hay suerte.

en una salita con sillas de plástico
esperan
los trece perros del hambre,
recelosos, porque saben que detrás de la puerta
sólo hay un bocado del filete
y somos demasiados.

procuramos no imaginarnos desde fuera,
cuando arrancamos a hablar
y sonreír,
como en aquella foto,
fingiendo ser lo que buscan.

Al salir, nos colocamos el vestido
y limpiamos de nuestras comisuras
el semen de la burocracia,
alzando la vista de reojo,
sobre las ventanas de ahí arriba,
hacia los despachos en los que, nuestra historia,
es apilada sobre todas las demás historias.

sé que ahora estás volviendo a casa, pensando en
si te llamarán.

sé que hace frío. demasiado frío.

pero no importa,
porque todo lo que hemos conseguido, 
ha sido siempre después 
de mucho patear.

no queda otra.

pero no importa,
en serio.
no puedo prometerte que todo va a ir de puta madre.

sé que estas volviendo a casa, y sí puedo prometerte
que voy a estar aquí.
que daría cualquier cosa,
- toda esa mierda del futuro y la esperanza-
por estar siempre, contigo,
en la pelea.

jueves, 5 de diciembre de 2013

ultraviolencia

Imagino la violencia
y estremezco,
mientras abro los labios de mi cama,
en tantos otros lugares del mundo,
como un zumbido
que no me permite
dormir.

sin embargo,
te he visto llorar tantas veces
con cara de cristal opaco,
que me asusta la pasividad
con que mato
la conciencia,

como un líquido caliente y doloroso,
que fluye dentro de mí,
palpita,
luego crece,
inunda,
                     se  expande

y llega a cualquier rincón del planeta,
para volver turbio y denso
con posos
de coagulación.

ahora soy y sufro
el dolor universal,

mientras, alguien fuma sola
en la habitación de al lado
y parece
no importarme
en absoluto.

siempre hay pastillas
                   y champú.

puedo sentir perfectamente
cómo ha saltado una pieza
en mi cabeza,
como siento que no corre el aire,
y que alguien está mirando
ahí fuera,
detrás de esa pequeña
estrella roja
de tabaco negro.

sábado, 30 de noviembre de 2013

jesucristo nació un 30 de noviembre


En los grandes almacenes donde tuvo lugar tan feliz acontecimiento, para esta fecha tan señalada, ya estaban puestos todos los adornos navideños. Y reproducían villancicos por megafonía; el mismo puto cd de villancicos, de nueve de la mañana a diez de la noche, todos los días, del 30 de noviembre al seis de enero. Sin descanso.

La Navidad es roja. Y brillante, por imposición. También es dorada. Y plateada. Y todo el resto de colores horteras de tinte barato que se te puedan ocurrir para combinar su luz.

Si no te gusta la Navidad eres un pseudopsicópata sin sentimientos.

Esta misma mañana dos señoras han ido a comprar una raqueta para su sobrina pequeña. La niña, según parece,  juega al tenis. El  vendedor les ha recomendado una de precio muy asequible. Una que, según su criterio, era más adecuada al nivel y la edad de la niña. Pero las señoras optaron por una raqueta más cara, marca Wilson, porque “es Navidad”, “no importa el precio”. Además, quieren mucho a su sobrina.
Ninguna de las dos señoras acertaba cuál podía ser la altura aproximada de la niña. Decían verla sólo de año en año, por estas fechas.

Feliz Navidad a todos.

Recordad acordaros de las personas que queréis.

El periodo para devoluciones se amplía hasta el 31 de Enero.

domingo, 24 de noviembre de 2013

lo único que tenía para ofrecerte

Llorabas sin consuelo
y un telón oscuro
caía
sobre el mundo,
como si fuese el último 
atardecer,
porque no sabías qué coño hacer
con la vida,
como si
te viniese grande.

aquel abrazo,
-se que supiste entenderlo-
decía:
no te preocupes,
trae
yo te la cuido
hasta que estés mejor.

martes, 19 de noviembre de 2013

hannah montana

Últimamente, varias personas sin aparente relación, me han preguntado qué me parece la nueva actitud de Miley Cyrus. Yo, por completa ignorancia y total desinterés, les he contestado a todos con un escueto: me da igual.

Todo esto empezó a resultar sospechoso cuando seguían sumándose las personas a quienes parecía importarles realmente mi opinión sobre este tema. Me tuve que documentar.
Algo no encajaba, parecía una simple, aunque aguda estrategia comercial. La niña buena de América, la mejor amiga de vuestra hija del canal infantil, chupando un martillo en pelotas. Pude imaginar a toda esa gente que tanto se escandalizó con el mencionado vídeo, machacándosela después frente a un ordenador que proyectaba mujeres en actitud similar. Algún activismo feminista puede verlo como otro ejemplo en el que se usa el cuerpo de una mujer como reclamo de un sediento público machista, con enormes penes de demolición. A mí me sigue dando igual. 
Creo que la chica tiene un buen desnudo y que su actitud ha sido decisión suya, o de un manager bien pagado. Yo me hubiese desnudado por bastante menos de la mitad de lo que van a recibir cada uno. Pero seguía sin encontrarle relevancia.

Dándole vueltas al tema, tropecé con lo que empezaba ya a chirriarme en los oídos, lo realmente siniestro de esta rocambolesca situación alrededor del creciente interés de la gente por construirse una cimentada opinión acerca del desnudo de una adolescente. Nadie, ni uno solo, se había parado a preguntarme qué me parecía que varias personas llevaran en huelga de hambre en Sol más de un mes, por los derechos de otras personas que ni conocen. Sencillamente, ni me había enterado hasta hace apenas dos días, debido también al vacío mediático realizado por sistema.

A partir de ahora, cada vez que alguien me pregunte qué me parece que una mujer bonita se desnude por decisión propia, diré simplemente: maravilloso, y me pondré a investigar por mi cuenta qué está ocurriendo, realmente.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

a más de medio mundo

Hemos discutido por teléfono. A los pocos minutos, hemos intentado demostrar, por wassap, que era una gilipollez. No nos hemos entendido.
Miraba después mi móvil, sobre mi mano: un rectángulo negro con tacto de metal, inútil, y peleaba conmigo mismo por marcar su número de nuevo. En lugar de eso, he mirado la batería (32%). Después la hora, dos veces.
Llamar, a ciertas horas, y arreglar malentendidos, no me cuesta dinero.
Paso. Ya se le pasará.

De vuelta a casa, esa misma tarde, en la cabina de un locutorio, una familia de origen africano -debían ser casi diez- se turnaba para decir hola a alguien al otro lado que, supongo, debía estar a más de medio mundo. Les miraba, a través del cristal, pasar el auricular deprisa y sonreír después. Me sentí fatal. Sentí el bulto del móvil pegado a mí, en el bolsillo del pantalón. Sentí su peso. Y decidí usarlo: las 19:36.

viernes, 25 de octubre de 2013

ni de coña


La dependienta de la tienda de bricolaje me dijo que ni de coña. no sería capaz de taladrar nada que no fuera madera con ese de 40 pavos que estaba de oferta. tenía que comprar uno de 80 para arriba, con percutor- eso del percutor es una especie de motorcito que hace que la broca entre y salga- me explicó cómo entraba y salía la broca de la boca del taladro con las manos y la verdad es que no resultó nada sexy. me piré sin comprar nada. es demasiado dinero. así que me fui para casa pensando por qué coño me había comprado esa puta estantería en ikea, si no la iba a poder colgar en la vida. a ver quién me deja un taladro con percutor. qué esperaba, 8 euros y pico de estantería. no podía ser tan fácil.

esto del bricolaje debe ser para las familias de clase media, con un estupendo taladro  percutor, una enorme caja de herramientas verde, cuidadosamente ordenada  y un padre de familia aplicado, con brazos recios y una cojonuda barba pelirroja.

la historia empieza porque cada vez tengo más y más libros. hace tiempo que he decidido hacerme con una pequeña gran biblioteca personal, que me acompañe a dónde quiera que acabe viviendo y decore mis paredes y mis noches de insomnio. pero la pequeña habitación de la casa en la que vivo con mi madre, se va quedando pequeña.

el padre de Sonia me dejó su taladro, bastante viejo, pero con pinta de ser bueno. no entiendo, pero pesaba de cojones. no tiene percutor. me puse a ello el martes, que libraba.

lo primero es retirar toda la mierda que tengo en la habitación. aprovechando para tirar cosas que están ahí sólo para coger polvo. aparto los grandes bultos y me doy cuenta de la cantidad de cosas en las que he ido abandonando, poco a poco.

saco el cajón flamenco. qué bonito es, joder; de madera y pintado por los lados de negro brillante. marca Mario Cortés. lo compré con mi primer sueldo, en negro también. debía de tener 17 años. lo uso de taburete. saco la guitarra. ésta sí que me ha acompañado a sitios y con ella sí que he dado la tabarra a peña. me la prestó la hermana de un colega y hasta hoy. ahí se va extremo, y albertucho, y el pocho, y los delinquentes, y marea, y el calimocho, y los petas, y los viñarock, y el pueblo, y lo mal que canto y el parque a solas, y las noches de verano. el otro día me dijo que le molaría recuperarla. cualquier día se la bajo. le he cambiado las cuerdas dos veces, pero el otro día fui a cogerla después de meses de silencio y vi que se le había roto una y jamás la he vuelto a tocar. saco también la tabla de snow, de vez en cuando la desempolvo. saco los pies de gato. el raquetero Wilson. valía una pasta pero lo compré petao de precio en el curro por menos de 15 pavos. la raqueta de 200 a 9, 95. también abandonada.
entretanto, recordé cuando saque de la habitación todos mis juguetes, para poner cd’s y poster de los grupos que me molaban, de marihuana y de reivindicación política, revistas porno escondidas, algún libro y videojuegos. pasaron los años y tiré también todos los póster- también me dio pena. me quedé con algunos- para pintar la habitación y darle un toque más serio. tiré también las porno y algunos cd´s de cuando me cabreé con el rap por hacerse americano y dejar de ser punk.

ahora estoy aquí de nuevo, liberado de todas las cosas que he ido dejando también atrás, a  lo largo de los últimos años, para poner una preciosa y práctica estantería para mis libros.

tengo la pared repleta de agujeros que he hecho con el taladro del padre de Sonia, el suelo lleno de mierda y todo patas arriba.

la hija de puta de la tienda de bricolaje tenía también razón. no voy a poder. uno de los agujeros a dado con hormigón y no tengo cojones de meter la broca más adentro. además, varios de los tacos ni siquiera entran del todo y los he aplastado con un martillo.

y aquí estoy, a punto de tirar la toalla, otra vez. y dejar la pared hecha un cristo.

la de veces que das con algo, da igual si se llama hormigón, dependienta de una tienda de bricolaje, obligaciones, complexión anatómica, falta de talento, de fuerzas, de pasta, un bocazas, una adicción, que te coge de la cara y te dice: no puedes.

ya me estaba planteando a quién iba a regalar algunos de mis libros.
pero esta no es otra de mis historias de derrota, me cago en dios - me dije- creo que me he cargado la broca y tuve que cortar algún taco y buscar tornillos más cortos que los que te recomiendan en el catálogo los suecos, pero colgué la puta estantería.

al colocarlo todo en su sitio de nuevo, con la cantidad de cosas que tiré, no hubiese hecho falta este espacio extra. tenía sitio de sobra para mis libros y para bastantes más que aún no tengo. pero miro la estantería y me parto la polla de la guerra que me dio la hija de puta. y puedo recordarla cada vez que a alguien se le ocurra volverme a decir: no puedes.  la verdad, me ha venido debuti para colocar una colección que he empezado también de botellas de cerveza vacías.

miércoles, 9 de octubre de 2013

poemas para curro


1.

Te espero fuera.

llevas toda la tarde
aguantando
como un campeón.

han venido mis amigos
a vernos,
con los perros,
porque saben que igual no sales de esta.

tenías que haberles visto.
han llenado la sala de espera,
algunos
han preferido esperar en la calle.

aguanta,
que siempre has sido un cabezota
y estas
no son maneras.

aquí te espero,
pensando cómo coño voy a pagar
los más de mil pavos
de la operación.
pero eso es lo de menos,
tú,
aguanta.

recuerda,
hace un par de días,
cuando el jardinero,
al verte andar arrastrando las patas,
hinchado
y con la lengua fuera,
nos dijo
que eres el mejor amigo que un hombre puede tener, que
nunca
me ibas a fallar.

aunque te estés desangrando por dentro,
con el bazo destrozado
y te cagues encima,
aunque no comprendas
qué coño está pasando
y gastes tus pocas fuerzas contra los veterinarios,
porque siempre
has sido un puto cabezota,
aunque lleves encima de esa mesa de metal
todo el día,
aguanta.

recuerda las palabras de ese jardinero,
tienes una única obligación,
sin condiciones:

no me puedes fallar.




2.

Se notaba que querías descansar
y yo me hubiese quedado la vida entera
tumbado junto a ti
en el suelo
de esa sala fría.

pero, al parecer, era
el momento.

ya no estabas asustado
y respirabas tranquilo,
pero seguías sin comprender,
después de la inyección,
por qué te dejábamos sólo,
con toda esa gente
y no sabías
que era la última
vez.


(...)



3.

La casa
está vacía
y triste.

jamás
hubiese imaginado
el silencio
tan grave,
tan opaco.

en mi cabeza
vacía,
aun cimbrea tu sombra.

no hay nada
has arrasado con todo,
con años.

el reloj
vacío,
marca tu ausencia.

el sofá está
vacío,
el aire está
vacío,
la persiana
vacía,
el tenedor,
sobre la mesa.

mea el mármol
una última vez,
que ya no duele,
compañero.

buen viaje,
yo
me quedo aquí,
vacío y absurdo
en esta casa
vacía.




4.

Apareces en mi sueño
dotado de absoluta realidad,
lo imposible cotidiano.

caigo en la cuenta,
vértigo en vorágine
vomitando viscoso el vientre de mi vulgar
quimera.

despierto
en espiral,
caigo

en la cuenta que
ya
         no estás.

grito
y nadie
aparece
detrás
de la esquina del
pasillo.

vuelvo a caer:

es
la muerte
y nadie
la llamó.




5.

Paro,
en absoluto silencio.

recuerdo a plomo,
cayendo
como un telón infinito:

ya no existes
ya no miras
nada contigo
nada piensas
nada tú,

joder
tío,
se me cae el puto mundo
encima.

no hay palabras
para hacer una ridícula descripción
del vacío
de tu ausencia.
no existen,
como tú no existes ya,
lo peor
es caer
en la cuenta
cuando

paro,

en absoluto silencio

y veo cómo
anestesia
la dócil conciencia,
el flujo de la bilis negra,
incluso
tú pérdida,
el cínico girar
de las mareas rotas.