Platero y yo. Juan Ramón Jiménez
Hoy es domingo y, ¡mira,
Platero!,
todos
acuden a comprar, untados de
crema para después del afeitado.
se asfixia, de calor, la
libertad,
dentro de esta carpa de circo.
la luna y la playa, tienen
manchas de alquitrán.
hemos levantado puestos de
trabajo, encima
de otros puestos de trabajo,
demoliendo la actitud al
elefante,
haciendo chascar, en aire
impenetrable, las monedas,
secando el río, de raíz. casi
no se aprecian los barrotes, son
de regaliz.
las golondrinas que posan en el
suelo,
no remontan.
nuestros sueños son reptiles que comen
golondrinas.
observa, detrás de la cortina,
tus héroes mutilados,
siente el horror de la comedia:
mitad hombre, mitad truco.
puedes traer a los niños,
que aplaudan o humillen a las
bestias.
seguro necesitas otro par de
calcetines,
lee el cartel: podemos hacerlo por ti.
la temperatura te estudia, maneja
un perfecto taladro percutor,
tatuando nuestro eslogan en el
tímpano:
no
nos importa lo que pienses.
tenemos el molde perfecto para tu
necesidad mecanizada,
puedes
elegir el sabor, dentro de
nuestra amplia gama,
de nitrógeno a frambuesa.
¿has
probado el nuevo?
un publicista ha querido
seducirte y le ha llamado
AMOR,
porque no sabe qué significa. presume
ser
una palabra en lengua muerta,
con un logradísimo sabor a
tuétano.
recoge la sonrisa que lanza ese
chaval, detrás del uniforme.
dale a tu hijo unos rotuladores,
que coloreen su contrato,
se ve triste.
no te incomode si fue a la
universidad,
no ha debido esforzarse
suficiente. su padre,
no debió amasar lo suficiente.
coge la bolsa, la sonrisa
y vete a tomar por culo.
desenchufa
tu respiración de las puertas automáticas
y deja sitio. otros vendrán, hoy
es domingo,
hace un precioso día,
de metal, de invernadero.
el siglo veintiuno ha vencido a
las personas,
sólo espero que haya alguien -o
algo- ahí fuera,
mirando
los gorriones.
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