domingo, 16 de abril de 2017

HANNAH MONTANA





Últimamente, varias personas sin aparente relación, me han preguntado qué me parece la nueva actitud de Miley Cyrus. Yo, por completa ignorancia y total desinterés, les he contestado a todos con un escueto: me da igual. 

Todo esto empezó a resultar sospechoso, cuando seguían sumándose las personas a quienes parecía importarles realmente mi opinión sobre este tema. Me tuve que documentar. 
Algo no encajaba, parecía una simple aunque aguda estrategia comercial. La niña buena de América, la mejor amiga de vuestra hija del canal infantil, chupando un martillo en pelotas. Pude imaginar a todos ellos, escandalizados con el mencionado vídeo, machacándosela después frente a un ordenador que proyecta mujeres de la edad de sus hijas, en actitud similar. Alguien puede interpretarlo, seguramente con acierto, como otro ejemplo en el que se usa el cuerpo de una mujer como reclamo de un sediento público machista, con enormes penes de demolición. A mí me sigue dando igual. Creo que la chica tiene un buen desnudo y que su actitud ha sido decisión suya, o de un manager bien pagado. Yo me hubiese desnudado por bastante menos de la mitad de lo que van a recibir cada uno. 

Seguí sin encontrarle relevancia al asunto. Dándole vueltas, tropecé con lo que empezaba a chirriarme en los oídos, lo realmente siniestro de esta rocambolesca situación. Nadie, ni uno solo, se había parado a preguntarme qué me parecía que varias personas llevaran en huelga de hambre en Sol más de un mes, por los derechos de otras personas que ni conocen. Sencillamente, ni me había enterado, hasta hace apenas dos días. Debido también al vacío mediático realizado por sistema.

A partir de ahora, cada vez que alguien me pregunte qué me parece que una mujer se desnude por decisión propia, diré sencillamente: maravilloso, y me pondré a investigar por mi cuenta qué está ocurriendo, realmente.


No hay comentarios:

Publicar un comentario