lunes, 10 de febrero de 2014

cómo parar el ascensor

Hay una larga lista de cosas
que no me permiten pensar
con claridad.
mejor dicho,
ciertos números, su timbre cabezota,
cimbrean en mi cabeza, como ráfagas de percusión.
aunque cierre los ojos,
lucen de neón incandescente.
la mayoría de datos ni siquiera los manejo
con exactitud,
pero están ahí, como el sonido de sirenas
que atraviesa la columna de la gran ciudad.
algunos de ellos, son la letra pequeña del número pi
de los contratos.
los restos de mi cuenta después del día cinco,
cada mes.
lo que queda de turno
en el trabajo.
los besos que no he dado por no parar de hablar.
el tiempo que tenía para cambiar
o se acabó.
los pasos que le quedan a mi abuela.
los céntimos que ha subido el pan
la gasolina.

las décimas de segundo que me quiso,
de verdad, el colibrí.
los minutos que llego tarde                       siempre.
los días
para el cambio de estación.
los miles de años que hacen falta para que vuelva
el cometa.

las hectáreas de bosque
por minuto.
los niños que no tienen perro,
pero tienen moscas. el maldito teléfono de UNICEF.
la soledades que acumula el cenicero
de mi padre.
las personas que lloran simultáneamente,
las que hacen el amor.
las neuronas que se apagan,
porque no he encontrado otra mejor manera
y mira que he dado cabezazos.
la luz de la báscula, los datos
que manejan los espejos, las velas de cumpleaños, las
vértebras.
el dos más dos.

miro hacia otro lado,
tarareo entre dientes,
no tengo reloj, ni calendario, ni luciérnagas,
pero todos estos números pelean en mi cabeza y, al final,
no alcanzamos ninguna conclusión, pero lo dejan todo
hecho una mierda.

y cuando parece que voy a darme por vencido,
sólo tú, sola,
una,
única y sin decimales,
irreductiblemente música.

nada más.

vienes a enseñarme cómo vivir en un abrazo, sin el filo segundero,
con la canción que destruye los autobuses, regalando
los pájaros que no caben en el pecho,
el secreto que diluye listas de espera, colas del paro,
reintegros.
vienes a apilar los meses a más de doce alturas,
a quebrantar el sistema binario, a saltar la banca,
sin digital o analógico, sin rayitas de cobertura.
sin cuenta atrás.
vienes a implantar tu norma de césped mojado,
la del tú o nada, va,
promételo.

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