martes, 18 de febrero de 2014

papilla de frutas

Sobre la una y media, más cerca del mediodía europeo, apartaba las espinas del pescado de mi abuela, mientras ella le ajustaba las cuentas a un puré de verduras. 
La televisión de la pared estaba encendida por capricho de la compañera de habitación, que es de esas personas - muy común y muy poco reconocidas - que parece necesitar que la tele esté encendida, aunque no le haga ni puto caso. Por lo de que suene de fondo. Hay casas en que la tele no está encendida, está sin apagar. 

Mi abuela pasa, dice que le da dolor de cabeza. 

Desde que vivo sólo, principalmente por temas económicos, no tengo tele, luego no la veo. No suelo enterarme de la mayoría de cosas que ocurren en el mundo, lo que creo, además, que me convierte, en cierto sentido, en un ignorante. Aunque me reconforta pensar que ninguno de los que dedican horas a recortar su sombra sobre las paredes del salón, se entera tampoco de las cosas que verdaderamente ocurren en el mundo. 
En casa de mi madre, tampoco era mi electrodoméstico favorito. Nuestra relación ha sido sido siempre muy cordial, yo no me meto con ella y ella no se mete conmigo.

Ésta vez, sólo la he podido prestar atención en dos puntos, sobre los cuales debatía un semicírculo de lo que parecían ser periodistas (o lo disimulaban muy bien), todos muy aparentes, con un peinado y un léxico muy trabajados. Mi abuela había empezado ya con el segundo plato. Come muy deprisa.
Al parecer, por un lado, doce personas han muerto intentando llegar a nuestras costas, con la promesa de una vida mejor. El dato a debatir ha sido si recibían disparos, mientras morían de asfixia, por parte de la guardia civil. 
Seguidamente, como enlazando ambos temas con natural fluidez, elogiaban a un torero muy guapo su manera de bailar tango.

Ahí ha terminado mi ración televisiva, espero que por mucho tiempo, a la vez que terminaba para mi abuela su ración de papilla de frutas. Cuando me he despedido de ella, el marcador digital marcaba crédito para cinco horas más de tele a discreción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario