martes, 18 de junio de 2013

las cuatro menos diez y unos segundos

En mitad de una noche densa
de mosquitos,
con toda la tensión en la mandíbula
de relámpagos que no
eyaculan,
le he quitado la pila al reloj
despertador,
porque me estaba taladrando.

Las agujas marcaban
-y marcan-
las cuatro menos diez

unos segundos.

Llevo flojeando todo el día,
en el trabajo,
en casa,
por teléfono,
frente al teclado,
en el amor,
en la familia,
al masticar comida,
en todo esto
de vivir.

Es agotador
todo
lo que se supone
pueden
exigirte.

Es triste
que un reloj
al que han arrancado la pila
tenga que dar la hora bien,
al menos,
dos veces al día.

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