Intenté
dejar de amar perdidamente.
Me limité a desnudar por fuera,
desde lejos,
desde un lugar seguro
sin dar la espalda a la salida.
Abandoné la entrega,
intentando que mis huellas no me precedieran
y recordar la hora prudente de volver
a casa.
Perdí la pasión
por montar lunas de papel
que se disuelven
en sudor cualquiera.
Algo pasó
en un punto inconcreto
y
empezaste a aparecer detrás del humo,
a seguir bailando
si amaina
la tormenta
...
Si estás para el dolor,
estaré
siempre.
Si aguantas mi fatiga,
empujaré,
mientras me queden fuerzas.
Soñar y prometer
es fácil por la noche,
cuando todas las mentiras son azules
y siempre hay quien ilumine un pequeño
porcentaje
de la vasta tierra
para que caminemos
y bebamos
y contemos las paradas
y lancemos las monedas
y bebamos
y vivamos,
con la intensidad primera,
sin hacer más preguntas.
Luego viene la resaca
y nos descubre desnudos,
pálidos y fríos.
Cuando la poca luz que entra está afilada
y vuelve a haber
un mundo hostil
detrás
de la persiana.
Si sigues estando ahí,
yo aguantaré tu aliento arrepentido,
para volver a equivocarnos
cada vez.
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