domingo, 19 de mayo de 2013

un golpe de voz


Estábamos sentados uno frente al otro. Yo devoraba mi hamburguesa con mucho ansia y bebía las cervezas de largos tragos, intentando mantener a raya la resaca. Contábamos las anécdotas del día y cómo les iba a las otras parejas que conocemos. Me gusta tenerla enfrente, pensaba yo, y que haya cerveza entre nosotros. Parecía que empezaba a faltar la luz y que volvía a caer la resaca sobre mí como un saco de arena conectado a una polea, como siempre que empezamos a hablar de planes de futuro. Me preguntó si yo estaba enamorado. Hubiese sido mucho más práctico contestar con un:. No le hubiese mentido. Pero me puse a hablar de subjetividades. Dije que estar enamorado es algo difícil de saber, que el amor estaba idealizado. Puedo imaginarme soltando toda esa sarta de gilipolleces y cómo ella me mira, mientras lo único que desea oír es un:, rotundo y contundente, mientras mis ojos le dicen: eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Así de sencillo.

Esta mañana me he levantado tarde y he salido con la perra a dar una vuelta. El aire frío y extraño de bien entrado mayo no conseguía hacer que espabilara del todo, ni conseguía disipar de mi mente esa mirada de ayer, cuando no acerté a decir, simplemente: sí.

Seguí caminando, el sol asomaba de vez en cuando. Me crucé con un gran número de matrimonios que pasean los domingos. Unos van cogidos de la mano, otros no. Algunos se miran a los ojos y sonríen, mientras hablan y siguen caminando. Muchos de ellos, simplemente avanzan, en silencio, hacia el final del paseo y dan la vuelta. Seguí pensando en esa jodida pregunta y estuve a punto de parar alguno de esos matrimonios caminantes y preguntarles: ¿Y ustedes?, ¿están enamorados? Seguramente todos o casi todos, hubiesen contestado:, sin más. Alguno escurriría la pregunta con algún chascarrillo. Imagino cómo, más de uno, llevaría la mirada al suelo.

No he conseguido sacar ninguna conclusión, pero sí creo, que lo más inteligente, es contestar a esa maldita pregunta: . Después tienes toda una larga vida para demostrarlo.

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