Estábamos sentados uno frente al otro. Yo devoraba mi
hamburguesa con mucho ansia y bebía las cervezas de largos tragos, intentando
mantener a raya la resaca. Contábamos las anécdotas del día y cómo les iba a las
otras parejas que conocemos. Me gusta tenerla enfrente, pensaba yo, y que haya
cerveza entre nosotros. Parecía que empezaba a faltar la luz y que volvía a
caer la resaca sobre mí como un saco de arena conectado a una polea, como
siempre que empezamos a hablar de planes de futuro. Me preguntó si yo estaba
enamorado. Hubiese sido mucho más práctico contestar con un: sí. No le hubiese mentido. Pero me puse
a hablar de subjetividades. Dije que estar enamorado es algo difícil de saber,
que el amor estaba idealizado. Puedo imaginarme soltando toda esa sarta de
gilipolleces y cómo ella me mira, mientras lo único que desea oír es un: sí, rotundo y contundente, mientras mis
ojos le dicen: eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Así de sencillo.
Esta mañana me he levantado tarde y he salido con la perra a
dar una vuelta. El aire frío y extraño de bien entrado mayo no conseguía hacer
que espabilara del todo, ni conseguía disipar de mi mente esa mirada de ayer,
cuando no acerté a decir, simplemente: sí.
Seguí caminando, el sol asomaba de vez en cuando. Me crucé con
un gran número de matrimonios que pasean los domingos. Unos van cogidos de la
mano, otros no. Algunos se miran a los ojos y sonríen, mientras hablan y siguen
caminando. Muchos de ellos, simplemente avanzan, en silencio, hacia el final
del paseo y dan la vuelta. Seguí pensando en esa jodida pregunta y estuve a
punto de parar alguno de esos matrimonios caminantes y preguntarles: ¿Y
ustedes?, ¿están enamorados? Seguramente todos o casi todos, hubiesen
contestado: sí, sin más. Alguno escurriría
la pregunta con algún chascarrillo. Imagino cómo, más de uno, llevaría la
mirada al suelo.
No he conseguido sacar ninguna conclusión, pero sí creo, que
lo más inteligente, es contestar a esa maldita pregunta: sí. Después tienes toda una larga vida para demostrarlo.
real como la vida y me encanta el final.
ResponderEliminargracias compañero!
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