lunes, 25 de marzo de 2013

lo que no se borra en tiza


Sigue intentando aparecer
de nuevo.

A veces lo consigue.

Por suerte, ahora,
tengo problemas mucho más importantes,
en mi desordenada cabeza,
que centrifugar.

No hay tiempo
ni lugar
para el recuerdo.

El cerebro es una máquina más precisa que el corazón
y sabe decidir cuándo 
está bien
de tonterías.

Ahora, conduzco los días
tan deprisa,
que no puedo permitirme distracciones.

He aprendido a calcular la dosis de vida que, ni me mata,
ni me permite llorar.

Ahora puedo mirar a los ojos al futuro
sin convertirme en piedra

Aunque hay huellas en la arena que no cubre la pleamar,
vendrán gaviotas 
a comerse los cangrejos,
puede incluso venir el viento de poniente y cobrarse nuestras pellas.

Relativizar las circunstancias
es algo
que no se aprende del tiempo,
se aprende
del dolor.

...

Detrás de mi casa
aún puedo leer nuestros nombres
escritos con tiza,
sobre el ladrillo,
claros y vigentes, como el primer día.

Imagino que es normal tenerle miedo
a las cosas que no consigue
destruir el tiempo
ni el viento
ni la lluvia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario