¿Por qué,
si es como una gota de sangre en la bañera,
como una mota de polvo a contraluz,
que sólo veo al bizquear
y no bizqueo?
¿Por qué,
si apenas es
un hilo de voz en la distancia
y por suerte,
mis días son vagones de metro
que suceden en estrépito
dulce y ensordecedor,
embriagados y anodinos?
¿Por qué,
si dudo haber oído alguna vez
esa nota de piano,
si no huele a cebolla familiar,
ni acarician toallitas postcoitales?
¿Por qué,
si nada gira en torno a
nada,
ni temo a la inversión en la polaridad
de mi calzado?
No sé muy bien por qué,
pero en la cama,
a veces,
aún escuece
tu ausencia.
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