el trabajo de las estrellas»
W.W.
Las rosas se abren,
acudimos los insectos,
algún pájaro
articulando las mañanas
en desordenada
composición equilibrista.
Benditos insectos. Benditos pájaros.
Bendito excremento y su
libre traducción
de impresionismo.
No beben de esta flor
las calaveras
que abrieron al asfalto
ardiendo de la noche más larga.
El tráfico hojalata
suda agotador, un día cualquiera.
Mariposas ríen con la
espalda y nadie baila, a nadie
importa el pulso decidido
que cerró el periódico
y abrió los ojos.
Un chico de mi edad
pide palabras sobre cartón
y un barco ciego
embiste toda civilización, abriendo
la gruesa piel de
jabalí en nuestros bolsillos,
fuego cruzado lirios
que revientan.
Corro a desenterrar la
conciencia que guardé
en una cajita de latón,
con cromos de la liga
y la primera carta del
primer amor.
Cuando vuelvo, el chico
de mi edad que pide
se ha marchado ya
contando migas.
Las rosas se abren,
los insectos golpeamos
el escaparate,
los pájaros maldicen el
pan delante del espejo.
la primavera ha
conseguido entrar
por un butrón de
cotidianidad
con triple línea
defensiva.
Un mundo global
edulcorado
lastra su humanidad en
los enchufes.
Parques con columpios,
quince minutos para
disfrutar,
corbatas verdes de un
primer trabajo.
Vida, suaviza la
expresión, me desenvuelvo.
Aún queda nieve en las
montañas, corre
por el cuello una gota
de sudor
y un cuchillo ensordecedor
de escarcha.
Leo cosas más
interesantes en los ojos que en las rosas
que se abren, que
caerán.
Insectos, pájaros, no
conseguimos recuperar el rumbo,
recordar su olor.