Me
ha roto por completo,
del
triciclo al esternón.
En
un autobús camino a atocha,
una
naranja rueda por el suelo.
Un
doscientos cincuenta y seis de enero
he
visto llover añicos de porcelana.
La
culpa es de Vallejo,
tensando
la comba de Santiago de Chuco a mi ciudad.
Después,
todo el Madrid que yo miraba
se
rompía también.
Desde
el triciclo al esternón.
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